Los milagros de Jesús

Publicado el 10 de octubre de 2025, 19:28

LOS MILAGROS DE JESÚS. El problema. La consideración interna de la persona Jesús garantiza con certeza su testimonio acerca de sí mismo. Acudamos ahora a los criterios extrínsecos, cuyo valor apologético dejamos antes asentado. Pueden reducirse el milagro en sus diversas especies: 1) físico, obrado en la naturaleza sensible; 2) intelectual o vaticinio, y 3) moral, llevado a cabo en la esencia y extensión la iglesia.

 

MILAGROS FÍSICOS.

Orientación histórica. —Todos cuantos se han negado reconocer el carácter divino de Jesús han tenido que buscar solución al difícil problema de anular sus milagros, apelando a las tesis más absurdas. He aquí algunas de las principales explicaciones:

ESCUELAS ANTIGUAS. —Los judíos contemporáneos de Jesús quisieron desvirtuar sus milagros atribuyéndolos a Satanás. Los judíos posteriores talmudistas y los autores del Toledoth Jeshua, decían que Jesús había sustraído del templo el nombre de Dios, que estaba allí oculto, y por su medio obraba lo sobrenaturalmente.

En los primeros siglos, ciertos escritores paganos, como Celso, Porfirio o Hierocles, suponían que se trataba de efectos de magia.

ESCUELA DEL FRAUDE. —Reimarus, consecuente con su idea expuesta reduce los milagros de Jesús a ficciones fraudulentas de sus discípulos, una vez fracasados los ideales políticos.

ESCUELA DE LA EXPLICACIÓN NATURAL. —Su principal creador, GottlobPaulus, admite las narraciones evangélicas como genuinas, aunque dando en cada caso una interpretación meramente natural de las mismas.

ESCUELA MITOLÓGICA. —Pretende ver puros mitos en las narraciones evangélicas, aun cuando sean muy diversas las concepciones encerradas en esta palabra. -

  1. a) Mítica judía—Su elaborador principal, E. Struss, define el mito como una ficción histórica inventada no por un hombre privado, sino por la multitud como expresión simbólica de un dogma. Estas tres características son propias del mito según Strauss: ficción, común, simbólica. Así, la multiplicación de los panes es un símbolo de la doctrina eucarística, y la curación del ciego de nacimiento encierra la misión de Jesús en orden a iluminar al mundo.
  2. b) Mítica popular, expuesta, v.gr., por W. Bousset, profesor en Giessen. Los milagros de Jesús son narraciones extraídas de cierto acervo común de mitos universales (Warídersagen) e incorporadas al primer núcleo de sentencias evangélicas para su confirmación apologética S.
  3. c) Mítica histórico-religiosa, que pretende relacionar los milagros de Jesús con ciertos mitos del paganismo, como el andar de Jesús sobre las aguas de Genesaret con la imagen de Neptuno recorriendo los mares en su carro triunfal de dios del océano.

d). ESCUELA DE LAS FORMAS LITERARIAS DE LA TRADICIÓN HISTÓRICA, que, en virtud de disecciones arbitrarias de los relatos evangélicos (M. Dibelius, K. L. Schmidt), etc., o de las concepciones de desmitologización de R. Bultmann, viene a desembocar en un pleno agnosticismo de la verdad histórica en las narraciones milagrosas,

e). ESCUELAS PSÍQUICAS—Intentan explicar los milagros de Jesús mediante diversos influjos naturales; v.gr.: CH. H. WEISSE supone ser los milagros de Jesús efectos de magnetismo. . Schleiermacher juzga que Jesús obraba maravillas en virtud de su gran poder psíquico y la dignidad preeminente de su persona, junto con la fuerza de sus actos volitivos 8

  1. f) ESCUELA ECLÉCTICA. —E. Renan, A. Harnack, O. Holtzmann, Ch. Guignebert, etc., partiendo de la imposibilidad de cualquier intervención sobrenatural en el mundo, aprovechan las razones de las diversas escuelas citadas para negar la realidad de los milagros evangélicos, dando distintas soluciones a los diversos hechos.

Según las varias circunstancias, deben explicarse así los milagros de Jesús: a) Algunos no son sino parábolas mal entendidas por los discípulos. b) Otros son meras alegorías evangélicas, como la iluminación religiosa del mundo realizada por Jesús y expresada por curaciones de ciegos. c) En otros debe investigarse el núcleo histórico mediante una crítica que aparte todo elemento sobrenatural de la narración, d) Muchas de las curaciones deben atribuirse al influjo psíquico de la persona de Jesús y al fanatismo ardiente de los judíos. e) Hay algunas que son simples manifestaciones de ver cumplidas las Escrituras del A. T. f) Finalmente, el mismo príncipe de los racionalistas, A. Harnack, confiesa que sin duda quedan ciertos hechos obscuros e imposibles de explicar por ahora

NUESTRA SOLUCIÓN. — Apoyados en los libros del N. T., principalmente en los evangelios, cuya historicidad substancial hemos probado, y sirviéndonos de ellos, no como de libros inspirados, sino como de libros de autoridad meramente humana, aunque plenamente fidedigna, sostenemos que Jesús realizó numerosos milagros, de cuya verdad histórica, filosófica, teológica y relativa nos consta con certeza. Tal vez alguno de ellos, por la brevedad de su narración, no podría darnos datos suficientes para la demostración de los cuatro aspectos dichos; pero de muchos consta su naturaleza sobrenatural.

La fuerza apologética de los milagros de Jesús ha sido siempre reconocida no sólo por la Iglesia, como aparece por los documentos que luego citaremos, sino por los mismos adversarios racionalistas, que han luchado por desvirtuarla aun apelando a los medios más absurdos y ridículos. De hecho:

  1. a) El mismo Jesús recurrió frecuentemente a este argumento. En la fiesta de la Dedicación del templo dijo a los judíos: Si no hago las obras de mi Padre (las que sólo El puede hacer = los milagros), no me creáis. [pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras para que sepáis y vayáis conociendo que el Padre está en mí y yo en mi Padre (Juan 1, 37). Él mismo explicaría más tarde a sus discípulos: Si no hubiera hecho entre ellos y los judíos las obras que ninguno otro hizo, no tendrían culpa; pero ahora que las han visto, me odian a mí y a mi Padre (Juan 15, 22-24).
  2. b) Los contemporáneos de Jesús le prestaban fe y adhesión por el influjo de los milagros, como Nicodemo confiesa: Rabí, sabemos que has venido como Maestro de parte de Dios, pues nadie puede hacer esos milagros que tú haces si Dios no está con él (Juan 3,2). De igual modo, los discípulos (Mateo 14, 33; Juan 2, 11) y aun los mismos fariseos se muestran turbados ante tales prodigios divinos (Juan 11, 47 y siguientes; Mateo 12, 38).
  3. c) Los apóstoles recurrían continuamente al argumento apologético de los milagros de Jesús (verbigracia Marcos 56, 20; Actas 2, 22; 3, 16; 4, 16, etcétera).
  4. d) La finalidad apologética de los milagros de Jesús no excluye en ellos la existencia de otras características. Son, por ejemplo, manifestaciones de benevolencia y amor (Tito 3, 5; Actos 10, 38); símbolos del Redentor poderoso, que domina en todas las criaturas y las redime de la servidumbre del pecado (Mateo 8, 27; Romanos 8, 20 y 23; 1Corintios, 15, 23-28); símbolos de la gracia (Juan 9, 39), etc.

Cuestiones complementarias. SOBRE LOS FENÓMENOS ESPIRITISTAS.

Dejando a un lado, por carecer de interés para nuestro problema, las doctrinas espiritistas, mezcla abigarrada de concepciones ocultistas, hinduistas y teosóficas de valor muy escaso, hagamos algunas observaciones sobre los fenómenos realizados en sus sesiones, cuyo origen arranca de los famosos raps producidos por las hermanas Fox, norteamericanas, y reconocidos por ellas mismas como simples fraudes.

Los principales fenómenos espiritistas pueden clasificarse en tres grupos siguiendo la clásica división de Ch. Richet: fenómenos de telequinesis. o movimiento de cuerpos materiales a distancia o sin contacto directo; fenómenos de ectoplasmia, o emisión producida por el cuerpo del médium de una substancia fluida que puede configurarse en diversas formas vivientes; fenómenos de criptestesia, conocimiento de sucesos distantes (telepatía) o de objetos ocultos por impedimentos intermedios (lucidez).

Los fenómenos espiritistas no pueden ser objeto de un estudio serio o científico, ya que, en su gran mayoría, son fruto del fraude.

Baste notar las precauciones que se toman sobre no tocar ni fotografiar al médium sin licencia de éste, sobre la unión de las manos en cadena durante ciertos momentos, etcéra. De hecho, todos los médiums de fama mundial fueron una u otra vez convictos de fraude, y es conocida, verbigracia, la disminución de los fenómenos telequinésicos con el aumento de la iluminación. Los doctores Ch. Richet y W. Crookes, interesados en el estudio de los fenómenos espiritistas, trabajaron sobre experiencias seleccionadas, siendo, a pesar de ello, engañados, según se demostró, después de publicadas sus obras. El P. C. M. de Heredia, S. 1., especialista durante muchos años en la teoría y práctica de los fenómenos espiritistas, retó numerosas veces a los médiums, comprometiéndose a realizar, como de hecho lo hizo, cualquier acción que ellos llevasen a cabo: mesas giratorias, levitaciones propias y ajenas, apariciones-ectoplásmicas, transmisión y descubrimientos del pensamiento, respuestas mediante raps, etcétera. Desde luego, declaraba, como es de suponer, que obtenía todos esos efectos sin colaboración de espíritus ni influjos diabólicos.

Quedan unos pocos fenómenos para psíquicos, explicables naturalmente por ciertas energías psíquicas del hombre viviente y actuante en la tierra, cuyo modo de operar no es todavía bien conocido, pero cuya existencia consta por datos experimentales captados especialmente en estados anormales, y en los que juega un papel importante el subconsciente.

En todo caso, no pueden presentar las sesiones espiritistas ninguna narración seria de fenómenos abiertamente contrarios a las leyes naturales, como curaciones orgánicas, multiplicación o transformación de sustancias, etcétera, que recuerden los milagros operados por Jesús.

Los fenómenos espiritistas requieren para su realización lugares elegidos de antemano, convenientemente obscurecidos o iluminados con discreta luz roja, provistos de un gabinete o cabina destinada al médium y otras circunstancias peculiares, que contrastan con los milagros evangélicos realizados al aire libre y de improviso.

Los médiums operan de ordinario durante los fenómenos principales para psíquicos ya indicados en estado de trance, o disposición psicológica anormal. Es evidente la diferencia de obrar de Jesús.

Todas estas circunstancias, unidas a la ausencia absoluta de invocación de espíritus por parte de Jesús, muestran la imposibilidad de comparar los fenómenos espiritistas y las obras milagrosas del evangelio.

SOBRE LOS MILAGROS FUERA DEL CRLSTIANISMO.

Con frecuencia se aducen supuestos milagros realizados fuera de la religión católica, con el fin de enervar la fuerza apologética de los de Jesús. Ya indicamos anteriormente la posibilidad de tales hechos en relación con personas paganas o heréticas enderezadas por Dios para provecho temporal o espiritual de los interesados o aun para confirmar las verdades religiosas naturales o dogmas verdaderos contenidos en religiones heréticas; por ejemplo, en la cismática griega, con tal que no aparezcan como confirmativos de sus errores específicos. Sin embargo, tal hipótesis apenas tiene aplicación, pues los pretendidos milagros que se suelen recordar, ni admiten el más mínimo cotejo con los de Jesús, dadas las circunstancias y naturaleza de éstos, ni, considerados en sí mismos, ofrecen consistencia alguna . He aquí los principales:

  1. a) Milagros de Esculapio, divinidad de carácter curandero y protectora de la ciencia médica, en cuyos templos, sobre todo los de Epidaugo y en la isla del Tíber en Roma, fueron descubiertas varias inscripciones grabadas hacia el siglo III antes de Cristo. Por su colocación y estilo parecen destinadas a influir en la imaginación de los pacientes. Estos, después de haberlas leído, iban a dormir bajo los pórticos del templo. Durante el sueño tenían visiones, que a la mañana siguiente narraban a los sacerdotes del dios; quienes las interpretaban dictándoles los remedios que habían de emplear para curarse. Es sabido que la medicina se ejercía entonces por dichos sacerdotes hasta su posterior secularización, del mismo modo que la enseñanza se ejercía en la Edad Media por los monjes cristianos. Las narraciones están desprovistas de todo valor histórico. Algunas son leyendas ya conocidas por otras fuentes que se atribuyen allí a Esculapio; otras pueden tener algún fundamento en el ejercicio de la medicina y aun en operaciones quirúrgicas ejercidas por los sacerdotes-médicos moradores del santuario. En general son tan ridículas, que basta su lectura para apreciar su carácter legendario. He aquí la primera de ellas: Cleo estaba en cinta desde hacía cinco años. Hizo oración al dios y durmió en el pórtico. Apenas salido del lugar sagrado, dio a luz un niño, que en seguida de nacer se lavó por sí mismo en la fuente y dio un paseo con su madre.
  2. b) Milagros de BudaDesde el primer momento pueden declararse como apócrifas tales narraciones, ya que Buda jamás intentó ni pudo intentar la realización de milagros en nombre de Dios para confirmar sus enseñanzas, las cuales, así como su género de vida prescindida por completo de la idea de divinidad, moviéndose en un ambiente completamente ateo.

Las leyendas de sus prodigios, pletóricas de imaginación, se hallan principalmente en el Lalita- Vistara, obra del siglo II después de Cristo, es decir, siete siglos posterior a la muerte de Buda (en 480 antes de Cristo). El estilo es claramente mítico. Al momento de su encarnación, cuentan que su madre le vio entrar en su seno en forma de blanco elefante, que luego adoptó la imagen de un rayo de cinco colores, y al nacer cayó en tierra y dio cinco pasos; el cielo y la tierra temblaron; los dioses Indra, Brahma, los cuatro reyes del cielo, con todo su cortejo, vinieron a rodear y guiar al recién nacido; el sol y la luna se pararon; quinientos elefantes blancos se metieron voluntariamente en los lazos de caza y se presentaron ante el palacio, etcétera.

c). Milagros de Mahoma. En el libro del Corán no se refiere ningún milagro de Mahoma, a pesar que hace referencia a los de Moisés y Jesús. El mismo Mahoma, ante las invectivas de sus adversarios, que se lo piden, declara no poder realizar ninguno. Mahoma reconoce que no hace ni piensa hacer milagros. Pero a pesar de sus testimonios auténticos, sus biógrafos posteriores se los atribuyen, aunque en forma mítica y absurda, como el más conocido de ellos, según el cual manda a la luna descender sobre la Kaaba, dar 7 vueltas en torno a la casa y decir en perfecto árabe: La paz sea contigo verdadero apóstol de Dios, tras lo cual le ordenó entrar a través de su vestido por la manga derecha y salir por la izquierda, dividirse en dos partes, colocándose del lado este y oeste del firmamento, para volverse a unir de nuevo con un brinco.

  1. d) Milagros de Apolonio de Tiana. —Pocos datos históricos hay acerca de este neo pitagórico, que parece ejerció la magia entre los años 5 a 97 después de Cristo. y cuya vida fue escrita por el filósofo Filóstrato el año 220 después de Cristo. Es una imitación descaradamente plagiaria de los evangelios, compuesta por insinuación del círculo natural sincretístico formado en torno a la emperatriz Julia Domna con el fin de difundir la doctrina neo pitagórica bajo un manto de fascinación sobrenatural. Ni la obra posee el más mínimo valor histórico, ni la intención del autor fue oponer Apolonio a Cristo.
  2. e) Prodigios de faquires y otros fenómenos sorprendentes. Aparte de no revestir el carácter religioso necesario para la calificación de milagro, pueden fácilmente explicarse teniendo en cuenta lo insinuado al hablar del espiritismo acerca de sus fraudes, ilusiones sensoriales, energías psíquicas, subconscientes, etcétera. Tal vez en algún caso muy singular habría que apelar a intervenciones diabólicas.
  3. g) Milagros de la Christian Science, secta protestante fundada por Mary Baker (1821-1910). Las curaciones realizadas por sus enfermeros, son frutos manifiestos de métodos psicoterápicos o sugestión dirigida.
  4. h) Milagros de seudoprofetas de nuestro tiempo.—Las narraciones que alcanzaron algún eco, aunque eclipsadas juntamente con la vida de sus protagonistas, fueron las relativas a Mueller-Czerny (1922), que afirmaba ser superior a Jesucristo, pero que terminó siendo reconocido como impostor o amente, y al famoso indio Sadhu Sundar Singh (1889-1932), bien versado en los escritos hinduistas y mahometanos y que, bajo el influjo de un pastor anglicano, desembocó en un cristianismo propio independiente de toda iglesia constituida. Sus obras heroicas y maravillosas, conocidas del público únicamente por los escritos del mismo Sundar Singh, han sido juzgadas como fruto de una piadosa ilusión fomentada por su fantasía específicamente oriental y sus conmociones alucinarías.

Enjuiciamiento de las razones opuestas. —La circunstancia de las divergencias accidentales que se observan en las narraciones de los evangelistas son más bien una prueba de su sinceridad histórica y de la independencia de sus relatos que, sin embargo, coinciden siempre en la sustancia y, de ordinario, aun en los detalles. Los relatos de Juan revelan a veces cierta tendencia simbólica, y así es en efecto, no en cuanto que sean ficciones, sino en cuanto que eran hechos reales aprovechados por Jesús para explicaciones doctrinales, verbigracia, acerca de su persona, que es luz, vida y resurrección de las almas.

 Algunas leyes naturales eran entonces tan evidentes como ahora, por ejemplo, la imposibilidad de la resurrección o de la multiplicación de la materia; hemos de tener en cuenta que el cometido principal de los evangelistas es suministrarnos los detalles y circunstancias de un hecho, de cuya imposibilidad física juzgamos nosotros en la actualidad a base de los conocimientos especializados de las diferentes ciencias.

Hemos examinado ya antes la imposibilidad de la explicación de las curaciones de Jesús mediante procedimientos psicoterápicos. Podría, sin embargo, alegarse como prueba del uso de la sugestión el hecho de que a veces exigía previamente una fe firme en su persona. Esto es cierto, pero es necesario matizar tal afirmación. Desde luego que tal sugestión no tiene ningún efecto en los milagros cósmicos o en la resurrección de los muertos, pero aun en las curaciones ha de notarse que en la mayor parte de ellas no la exige; verbigracia., en Malco (Lucas 22, 51 y siguientes); con frecuencia la requiere, no precisamente en el enfermo, sino en sus parientes; verbigracia, en Marta hermana de Lázaro (Juan 11, 23 a 26), en el padre del joven lunático (Marcos 9, 23), en el centurión cuyo siervo sana (Mateo 8, 13), o en los apóstoles, que han de realizar los milagros (Mateo 17, 19-21). Por otra parte, la fe que exige es de ordinario en su mesianidad, no en su poder taumatúrgico (Marcos 16, 15-17); ni faltan ocasiones en que pide la fe después de haber obrado el milagro, como en el caso del ciego de nacimiento (Juan 9, 35 y siguientes). Así se entienden fácilmente las palabras de Marcos 6, 6, según las cuales Jesús no pudo hacer milagros en Nazaret. No era falta de poder, sino un obstáculo moral por parte de los nazarenos, que no querían reconocerle como Mesías. Es el sentido de las palabras de un confesor que, ante la mala disposición del penitente, dice: No puedo absolverte.


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